jueves, 26 de junio de 2014

La guerra que forjó el mundo actual



Por: Estefanía Bohórquez Pérez


En dos días se cumplen 100 años de un asesinato doble en Sarajevo-Bosnia, pero este no es una más de las cifras de muertes violentas que ha arrojado la historia -per se sangrienta- de la humanidad. Se trata del asesinato del Archiduque Francisco Fernando, heredero al trono austro-húngaro, y su esposa. Pero la muerte violenta de un noble hace 100 años tampoco era un caso inédito, pensarán muchos, lo particular es que este asesinato fue la mecha que encendió la Primera Guerra Mundial.

Esta guerra, además de dejar 17 millones de muertos, de los cuales 7 millones eran civiles, es el hecho histórico que propició las condiciones geo-político-económicas para que el mundo sea tal como es hoy. Es más, sin todas las consecuencias que dejó la misma probablemente nuestra actualidad no sería lo que es.
Primero analicemos cómo puede afectar un enfrentamiento bélico de tal magnitud, seguido de uno todavía peor, la manera de pensar de las personas, para esto es muy buena herramienta el éxito de Bob Dylan The times are changin (Los tiempos están cambiando): “Hay una batalla afuera, está empeorando. Pronto moverá tus ventanas y hará vibrar tus paredes.  Porque los tiempos están cambiando”. Estas frases dejan ver la paranoia que despierta estar en la mitad de una cruenta confrontación.

Pero esa paranoia de quedar en la mitad de la guerra no es el único efecto, también está la desesperanza y la incertidumbre también descritas en el éxito del músico, cantante y poeta estadounidense (considerado una de las figuras más influyentes de su generación en la música popular del siglo XX). “La línea está trazada, la maldición está hecha: Los lentos ahora serán rápidos después y el presente ahora será pasado después. El orden esta rápidamente desapareciendo y los primeros ahora serán los últimos después, porque los tiempos están cambiando”. 

Esa estrofa que nos deja sentir la desolación es un espejo de lo que hoy muchas personas viven: una profunda sensación de vacío de falta de confianza en el porvenir. Ahora bien, si eso sentían los civiles es inimaginable la percepción de los soldados, menos aún la de sus familiares, a quienes ni más ni menos les podrían decir sus naciones: “Vengan madres y padres, entre todas las tierras, no critiquen lo que no pueden entender, sus hijos e hijas están sobre sus comando. Su viejo camino está rápidamente envejeciendo, por favor sálganse del nuevo si no pueden dar una mano. Porque los tiempos están cambiando”.

Por supuesto, si estos familiares, en especial madres y esposas no hubieran tenido que asumir las riendas de sus hogares, debido a que los jóvenes en edad productiva fueron cooptados por los ejércitos para “defender los intereses de la patria”, no se hubiera dado el caldo de cultivo para el empoderamiento que culminó en la emancipación total, debido a ser las proveedoras de todo lo necesario para el sustento propio y de los suyos. En este punto se hace necesario calzar las botas de aquellos combatientes, para ello vale la pena traer a la memoria la canción The Trooper (El soldado) de Iron Maden, con un abrebocas que refleja el verdadero sentir de cuando ves a la huesuda frente a frente: “Suena la corneta y la carga comienza. Pero nadie gana en el campo de batalla. Mientras me sumerjo en una muerte cierta”. Este coqueteo con el más allá deja a muchos luchadores, en especial aquellos llevados desde las colonias, con un gran descontento. 

En los soldados de las colonias porque dieron su esfuerzo por unos colonizadores crueles que al regreso a sus naciones mantenían el statu-quo, es allí donde nacen las condiciones para que en muchas colonias africanas y asiáticas se decida desligarse de estos mal agradecidos imperios, casos específicos de Francia y Reino Unido. Por su parte en Alemania, Rusia y la región austro-húngara, los imperios desaparecieron por el descontento que había entre sus pobladores, así se gestaron muchas divisiones de países generando un mapa muy parecido a lo que es el actual.

La Primera Guerra Mundial también es la que desencadena la Segunda, que como todos sabemos tuvo consecuencias más nefastas, pues en los campos de batalla estuvieron Hitler y Mussolini, fue el escenario donde se aplicaron muchos inventos, utilizados desafortunadamente para causar el mayor número de muertes con el mínimo esfuerzo y dejó a EE.UU. como máximo ganador catapultándolo como mayor potencia mundial. Aunque es rescatable la creación de un organismo previo a las Naciones Unidas, denominado la Sociedad de las Naciones, que entendió la importancia de la diplomacia en la resolución de conflictos internacionales.

Después de un superficial recuento de la guerra que hizo de este mundo lo que es, solo quiero dejar la frase más contundente para describir el verdadero resultado de una guerra, la cual nos regala la banda británica: “Mientras yazco ahí, contemplando el cielo, con mi cuerpo entumecido y mi boca seca, mientras yazco olvidado y solo, sin una lágrima, dibujo mi gemido de despedida”.

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