Cuando
la fiesta del fútbol se viste de negro
Por: Rocío Infante Buitrago
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Twitter: @rochy1111
“Es que yo por mi equipo de futbol me hago matar, ¿y usted? -No, yo sí estudié”
Hace apenas 3 días, la hinchada del Atlético Nacional se vestía de verde y los hinchas del Junior de blanco y rojo. Todo estaba listo para la final de la Liga Postobón I-2014. El encuentro se dio a las 7 de la noche en el Estadio Atanasio Girardot en la ciudad de Medellín. Mientras tanto, la hinchada de estos dos importantes equipos del futbol colombiano, se debatían entre la emoción, la pasión, la intriga, y hasta la angustia por ver a su equipo del alma como campeón. Finalmente, esta vez, el equipo Verdolaga fue el vencedor, y obtuvo su estrella número 14.
Me limito a dar un pequeño contexto de este hecho significativo que dio mucho de qué hablar durante la semana en el país. No me extiendo dando reportes del juego porque no es el punto al que quiero llegar. De hecho, el punto es la ‘celebración’. Tanto los hinchas del verde que estuvieron presentes en el partido, como los que estando lejos pero de corazón, celebraron este triunfo en las calles de sus ciudades, se encontraron saltando con la bandera en alto, cantando sus canciones más representativas, lanzando harina por doquier y tomando guaro. Lo último no podía faltar.
Hasta aquí todo va muy bien. Sin embargo, no todo fue color de rosa como hubiéramos querido. Lamentablemente en nuestro país la fiesta del futbol se vistió de negro una vez más. Al parecer cada vez que los equipos de futbol colombiano se miden en un partido, la muerte es la protagonista. En Colombia algunos hinchas no pueden hacer una celebración sin tener que ‘’enloquecerse’’. No sé si es producto del exceso de alcohol o simplemente la estupidez, lo cual los hace actuar como desadaptados sociales, provocando disturbios, peleas, riñas o hasta la muerte, que en este caso cobro la vida de 5 personas entre esas un menor de edad.
Sé que no es un tema nuevo y que la historia se repite; en nuestra cultura matar o hacerse matar por una camiseta es “normal” por eso nadie hace nada al respecto. Y peor aún, como la mayoría de estos hinchas son menores de edad, la ley colombiana por el contrario los protege y numerosos casos por homicidios entre integrantes de barras bravas, siguen en la impunidad. No entiendo cuántos jóvenes más tienen que morir para que en el país se tomen medidas al respecto.
Estos crímenes hay que castigarlos, pero para destruir este problema social de raíz, es necesario educar y crear estrategias para que los jóvenes -que en su mayoría son los que hacen parte de estas barras- entiendan que en la vida o se gana o se pierde, y que hay que saber perder, pero también hay que aprender a ganar sin tener que hacerle fiesta a la violencia. No pretendo generalizar, pero aquí el mensaje nos debe llegar a todos, incluso a los que no son hinchas de ningún equipo, sencillamente porque el juego de la intolerancia, del fanatismo por una camiseta, el del miedo y el del crimen no puede tener más cabida en la juventud colombiana.
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