jueves, 22 de mayo de 2014

Es necesario un cambio de mentalidad



Por: Estafanía Bohórquez Pérez



Ahora que se anunció el acuerdo entre los negociadores del Gobierno y las Farc, sobre el punto de cultivos ilícitos, es oportuno analizar la narco-cultura, una manera de pensar y actuar que se apoderó de muchos países latinoamericanos. Para este objeto hoy traigo a la memoria a los Tigres del Norte y su gran éxito ‘’El jefe de jefes’’, como se llamó no solo el sencillo sino el álbum completo dividido en dos discos que fueron lanzados al mercado en junio de 1997.

Este sencillo, tuvo tal acogida que llegó a ser número uno en los listados Top Latin Albums y Regional Mexican Albums de Billboard, y ese es el primer argumento para afirmar que refleja una narco-cultura arraigada en los latinos, la cual hasta se celebra. Con una de sus estrofas exalta la normalización de hechos tales como que personas influyentes en los diferentes países azotados por la ilegalidad del narcotráfico les pidan favores y se amangualen con narcotraficantes: ‘’…Soy el jefe de jefes señores y decirlo no es por presunción, muchos grandes me piden favores porque saben que soy el mejor, han buscado la sombra del árbol para que no les dé duro el sol…’’.

Si esto es así, ¿cómo podemos pretender que estas personas dirijan bien los destinos de una nación si ya han vendido su alma al diablo? La respuesta más clara es qué es imposible. Pero aparece otro interrogante, ¿por qué se permite que estas personas sigan a dirigiendo los destinos de los países? Sencillo, porque en los países donde hay narcotráfico se cultivó, con raíces bien profundas, la ideología del todo vale para conseguir dinero y poder: la narco-cultura.

Lo peor es que, como también lo refleja muy bien la letra, esta narco-cultura ha permeado todos los espacios de control que puede tener un país, desde los órganos judiciales, pasando por las fuerzas militares, y tocando directamente una profesión que debería estar ajena a cualquier influencia, el periodismo: ‘’…Soy el jefe de jefes señores me respetan a todos niveles y mi nombre y mi fotografía nunca van a mirar en papeles porque a mí el periodista me quiere y si no mi amistad se la pierde…’’. Pero además de toda esta purulenta corrupción recogida en unas pocas líneas, hay otra realidad que duele escuchar, se trata de la descripción de como esa narco-cultura se alimenta diariamente de sangre (de vidas de vecinos, amigos, familiares). Afecta directamente al corazón, porque en Colombia sí que sabemos de esto, sí que nos hemos matado entre nosotros y una de las principales razones de los últimos años ha sido la guerra que trae consigo el narcotráfico.

Esa sed de muertos se grafica en esta estrofa: ‘’…mi trabajo y valor me ha costado manejar los contactos que tengo, muchos quieren escalar a mi altura no más miro que se van cayendo, han querido arañar mí corona los que intentan se han ido muriendo…’’. Una clara alegoría a la pugna constante en la que se envuelven aquellos que se sumergen en este mundo donde ‘’se sube como palmera pero los pueden bajar como cocos’’.

Después de un vistazo a la realidad con la que decidimos convivir, como espectadores inertes, se hace necesario hacer un análisis de la necesidad de legalizar las drogas. Muchos pueden estar en contra -tienen todo el derecho- pero mi invitación es a reflexionar si no sería bueno para frenar las millonarias ganancias que produce ese negocio ilícito que fuera regulado con impuestos, tal y como se hace con sustancias igual de perjudiciales para el ser humano como el tabaco y el licor.

Considero que no se dispararán los consumidores locales, porque con o sin regulación a la vuelta de la esquina quien consume consigue las sustancias. Pero, con un manejo adecuado se recaudaría dinero de impuestos, se tendría algún tipo de control por parte del Estado y se lograría quitar las enormes utilidades de quienes se dedican al negocio pues entraría en el juego del mercado y habría un control de precios propio del mismo, quitando la rentabilidad exponencial que tiene ahora el narcotráfico. Aunque la verdad es que para llegar a este punto se hace necesario cambiar de mentalidad, dejar de lado la narco-cultura, donde es más importante tener dinero, propiedades y  poder que buscar el desarrollo de un proyecto de país.

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